Oremos en Familia

Santa Isabel de Hungría

Santa Isabel de Hungría

Nacida en 1207, vivió en la tierra solamente 24 años, y fue canonizada apenas cuatro años después de su muerte. La Iglesia Católica ha visto en ella un modelo admirable de donación completa de sus bienes y de su vida entera a favor de los pobres y de los enfermos.

Cuando ella sólo tenía veinte años y su hijo menor estaba recién nacido, el esposo murió luchando en las Cruzadas. La Santa estuvo a punto de sucumbir a la desesperanza, pero luego aceptó la voluntad de Dios. Renunció a propuestas que le hacían para nuevos matrimonios y decidió que el resto de su vida sería para vivir totalmente pobre y dedicarse a los más pobres. Daba de comer cada día a 900 pobres en el castillo. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana. Cuando apenas iba a cumplir sus 24 años, en el 1231, pasó a la eternidad.

Los milagros que sucedieron en su sepulcro movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte, y además, Santa Isabel de Hungría fue declarada patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Oración: Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oración para Aprender a Amar:

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua; Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor. Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo; Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro; Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado. Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos; Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos. Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión; Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender; Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos; Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo. Santa Teresa de Calcuta

Oración a las Almas del Purgatorio:

“Padre Eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo, Jesús, en unión con las santas misas celebradas hoy en todo el mundo, por todas las Santas Almas del Purgatorio, por todos los pecadores en todas partes, por los pecadores en la Iglesia universal, para aquellos en mi propia casa y también dentro de mi familia. Amén.”

Oración de Protección:

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

Oración para la Comunión:

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

Plegaria del Padre Pío para Después de la Comunión:

Has venido a visitarme, como Padre y como Amigo. Jesús, no me dejes solo. ¡Quédate, Señor, conmigo! Por el mundo envuelto en sombras voy errante peregrino. Dame tu luz y tu gracia. ¡Quédate, Señor, conmigo!
En este precioso instante abrazado estoy contigo. Que esta unión nunca me falte. ¡Quédate, Señor, conmigo!
Acompáñame en la vida. Tu presencia necesito. Sin Ti desfallezco y caigo. ¡Quédate, Señor, conmigo!
Declinando está la tarde. Voy corriendo como un río al hondo mar de la muerte. ¡Quédate, Señor, conmigo!
En la pena y en el gozo sé mi aliento mientras vivo, hasta que muera en tus brazos. ¡Quédate, Señor, conmigo!